Fernández renueva la tradición geométrica que los artistas venezolanos emergentes en el último cuarto del siglo XX heredaron, a veces como un fardo pesado. La operación renovadora mantiene el lenguaje geométrico, pero con una especie de contaminación contextual. Atardecer urbano, que tiene como referente histórico a Jesús Soto, es el registro sonoro, y su equivalente visible, de un atardecer en Caracas, incluido el sonido de las cacerolas, emblemático de la oposición política durante los recientes gobiernos. Guacamaya hace pensar en Mondrian o en Oiticica, pero naturaliza la geometría que se retuerce ante el chillido de la icónica ave americana. Ambos videos, además, ratifican su distancia de la promesa moderna que hizo de la geometría una plataforma de despegue de utopías futuras, y se instalan en el presente de quien las mira, en la ciudad de hoy.
Magdalena Fernández
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