Octubre 2015 - Marzo 2016

El colectivo Acciones Cítricas utiliza el arte como una herramienta para reflexionar sobre los problemas éticos de la renovación urbana de Medellín.

Medellín, ciudad cítrica

“Este barrio donde vivo se llama el Naranjal, como lo ven tan central, ya lo quieren reformar”, dice la canción de Enrique Vargas, mecánico y músico del barrio Naranjal, quien ha vivido las transformaciones de su barrio y próximamente será testigo de su desaparición, pues en este sector ya iniciaron los trabajos del Plan Parcial de Renovación Urbana Naranjal y Arrabal que contempla la construcción de un parque residencial compuesto por 4 torres, 240 apartamentos, 114 oficinas y 68 locales comerciales.

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Enrique Vargas muestra la fotografía de sus padres y su hermano mayor cuando llegaron al Naranjal.

La tradición de mecánicos, recuperadores ambientales, fútbol callejero y cercanía entre familias tendrá que habitar otros espacios para dar paso a los edificios. Algunos vecinos no quieren dejar sus casas, otros esperan que les den un precio justo por sus predios, mientras otros exigen ser reubicados, y por eso se han unido para realizar marchas hasta La Alpujarra y hacer denuncias públicas de su situación. En este camino se han encontrado con colectivos artísticos y audiovisuales de la ciudad que se han sumado a sus denuncias. Uno de ellos es Acciones Cítricas, un grupo integrado por jóvenes de diversas disciplinas como el arte, la arquitectura y el derecho que tienen en común su interés por las problemáticas de Medellín. El colectivo hace parte del MDE15, dentro del componente MDE Expandido, con un proyecto que presentaron desde la Fundación Universitaria Bellas Artes.

Para Juan Camilo Londoño, maestro en artes plásticas e integrante de Acciones Cítricas, hay un problema ético en la renovación urbana que está viviendo la ciudad porque no representa los intereses de la gente que habita los barrios. “No estamos en contra de la renovación sino de la manera en que se está haciendo, porque es un paradigma de que el progreso es solo construir edificios, de que la ciudad central es solo para unos grupos de élite, el resto se tiene que ir a los morros o a donde pueda. No interesa lo que estas personas dicen, piensan o sienten, interesa es ese gran proyecto de ciudad”.

En su acompañamiento a esta comunidad han realizado diversas actividades como:

Billar Urbano, que tenía como fin recorrer y reconocer el territorio. Visitaron con las personas del sector el apartamento modelo del Nuevo Naranjal para conocer las maquetas de cómo  será transformado el espacio. Además, ese mismo día ayudaron al artista MDE15 Jordi Colomer a construir su obra X-Ville.

Sancocho crítico, que consistió en cocinar un sancocho comunitario para generar un espacio de encuentro entre los vecinos, pues debido a los problemas y a la diversidad de intereses están divididos. Cocinaron juntos y dialogaron sobre su vida en el barrio y su futuro.

Exposición fotográfica Antes que desaparezca, que fue realizada en conjunto con el colectivo Punto Link  y que fue exhibida en la estación Suramericana del Metro de Medellín, con fotografías del barrio. Durante la inauguración se dispuso un micrófono en la plazoleta del Metro, a través del cual la gente de Naranjal se expresó acerca de su situación.

Museo efímero, en el que se invitó a los vecinos a reflexionar sobre la memoria del Naranjal y sus historias. Recogieron objetos representativos para los vecinos, como fotografías familiares y mapas del territorio.

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Conferencia: ¿Gentrificación en Medellín? En la que presentaron sus análisis, trabajo con la gente y socialización de su proceso. Explicaron de qué se trata la gentrificación, que según Juan Camilo Londoño, es el término adecuado para nombrar lo que está sucediendo en el barrio, y la define así: “Es cuando las personas de un mayor poder adquisitivo se apoderan de una zona y expulsan a sus habitantes de una manera casi forzosa”.

Como colectivo no aspiran a parar el Plan Parcial Naranjal, sino que más bien ven en el arte una herramienta para reflexionar, no solo sobre el pasado, el presente y el futuro del barrio, sino también sobre el modelo de desarrollo de la ciudad. “Medellín está en un momento histórico de renovación y si este va a ser el modelo que se va a seguir usando, van a borrar la memoria, el arraigo y los lazos comunitarios”, concluye Juan Camilo Londoño.