Bellavista Social Club
Por Sol Astrid Giraldo
Fotografía: Juan Fernando Ospina
Tacita de plata quebrada. Eterna primavera infernal. Miedo sin esperanza. Medellín sin Coltejer. Vida sin edificios inteligentes. Para las historias de barrios no hay moldes. Don Vito sale al escenario. No sale solo. Debajo de su camisa negra, su pantalón ancho y sus manos furiosas, sale su generación. La ciudad de su generación. No es la manoseada por Rodrigo D. Ni la estilizada por Rosario Tijeras. No es la retorcida por la hiel destilada en la distancia de La virgen de los sicarios. No tiene los labios carnosos de Flora Martínez, ni las balas de cow-boy del Zarco, ni la ignorancia de Vallejo en el exilio. No hay detrás un productor o una editorial cobrando los derechos por asustarnos con historias “sacadas de la vida real”. No hay nadie queriendo redimir. No es la ciudad de las agencias de noticias internacionales, la de su ejército de reporteros-chulos sobrevolando la carroña de una guerra que no entienden ni les pertenece.
Es la generación de los 90. La que se desilusionó de los disparos de un lado y del otro. Así que no me digas a quién tengo que matar, matar, matar. Quién es el enemigo, a quién tengo que disparar. ¿Qué intención traes, sí, qué pretendes, cuál es tu bando, a quién es que defiendes? Yo no sé de razas, no sé de partidos, no sé de banderas ni de tus héroes caídos. La que nació en las montañas pero no se esconde en ellas La que se atreve a la objeción de conciencia, a los argumentos. A la que después de todos los despojos le ha quedado la voz. Así voy, con mis mareas interiores fluyendo en canciones, haciendo temblar la nación. Don Vito, Medina, su generación la convirtieron en su territorio. En las montañas ahora se escribe la historia sin pedirles permiso a los señores de la Academia, o a los mercenarios de CNN, o a los guionistas de imaginación calenturienta. Pum, tas, boom, ritmo, palmas, beat. Cuando las palabras faltan, los sonidos ayudan. Cuando la vida tiene fiebre no todo se puede decir. Al igual ahora yo pienso que el discurso no alcanza. Las historias salen a borbotones no ya de las bocas que se quedan cortas, sino de la piel. Medellín vivida desde las vísceras, después de los fracasos, a un lado de las traiciones, se descubre y se siente con los cuerpos que tantas veces mata.
Los sueños de progreso se deshacen en esta historia no oficial. El miedo no se ha ido, la muerte acecha. Pero ahora se tiene la palabra. Hoy, no más, mataron a una líder comunal, y los muchachos de Bellavista tienen una palabra para ella en medio de esta presentación sin aliento. También hay otra por los 26 años durante los cuales Lady Tabares se pudrirá. Una palabra para esa mujer del barrio de quien después de las rosas, Cannes, los culebrones en Bogotá, los premios, las entrevistas en TV y Novelas, ya nadie se acuerda más Primero fue un chisme, algo vago al contar: hablaba de un muerto, nada claro me parece recordar. No había nombre, dirección, teléfono, no había una cara para describir, a quien preguntara por él, por ella, por lo que fuera: no había nada, no había nada, nada, no había nada, ¡no! Más tarde me dijeron cómo se llamaba pero lo que me contaron no me lo esperaba, pasaron desfilando momentos dolorosos y otros tristes y otros alegres y otros dichosos: nací, luché, me crié con ese nombre al lado, cualquier cosa esperaba menos saber que fue asesinado. Nombres. Es lo poco y lo mucho, lo demasiado que pueden dar. Cuando la muerte mata dos veces al asesinar el cuerpo y luego su memoria, la voz, la palabra pueden volverse redentores. Al menos resucitar a los NN del anonimato. Bellavista, Antígona posmoderna luchando por honrar sus muertos a los pies de la muralla ensangrentada.
Medellín asesinada. Fragmentada. Vapuleada. Militarizada. Cercada. Arrinconada. Envenenada. Las imágenes detrás de los músicos en el escenario oscuro son disparadas al ritmo de las balas diarias. Botas militares. Muecas de políticos. Helicópteros como chulos sobre campos muertos. Muecas sin sentido. Marchas militares sin norte. Armas. Fumigaciones. ¿Dónde está la verdadera Medellín? ¿En las noticias que se inventan un presente, en la historia que hila una coherencia, en las películas que ficcionan unos personajes, en las novelas que traman un sentido? ¿En los tratados sociológicos que aventuran explicaciones? ¿O en esta ráfaga desatada, potente, furiosa, de palabras, imágenes fragmentadas, manos febriles, sonidos, golpes, ritmos a una velocidad escalofriante? Cada cual tiene su Medellín, su ciudad, su versión, sus cicatrices. Cada cual encuentra una manera…. y si la mía no te gusta, la tuya no es mejor, no!. Bellavista, Don Vito, Medina, su generación, tienen la suya. Es la ciudad que nos mira desde arriba con ojos limpios por la rabia. Tienen algo que decirnos. Han tomado la palabra más allá de los discursos obscenos de los políticos, de la pornografía de los medios de comunicación:
En historias de ghettos mi feeling se basa. Se alzan mis manos, vengo cansado, el discurso político se ha agotado, mi karma. La TV, la farándula cortan mis palmas. Lo juegos de guerra oprimen almas: sin motivos, sin razón, te dicen calma. Que va, día a día suben y bajan mis emociones y, si no hay condiciones, ¿cómo quieres jugar con mis razones? ¿Cuántas son las versiones de asesinos? ¿Cuánto suenan los himnos? ¿Cuándo no se verán los signos?¿Cuándo dejaré de escuchar por los siglos de los siglos?
Pero frente al desencanto, el miedo, el caos el Apocalipsis, queda la fuerza infinita, regeneradora de la calle. Una fuerza que se convoca al nombrarla. La esperanza no muere en el barrio, no; la esperanza no muere ni morirá. La esperanza no muere en la calle, no: finura siempre el barrio probará. Ellos han convertido la palabra en su territorio. Y vale la pena escucharla, así sea desde estos sillones cómodos de un teatro adonde llega sin excusas, ni maquillajes la calle de una generación herida que hoy recupera furiosamente su voz.
Experiencias Sonoras
Concierto Pablo Tobón Uribe
Bellavista Club Social
23 de abril
Portal www.m3lab.info, Encuentro Internacional Medellín 2007