Y también el final de la sapiencia, pues hemos olvidado que a partir de la simpleza de la fruta construimos nociones sobre lo que nos hace humanos y sobre la forma en que vemos el mundo: Dios expulsa a Adán y Eva del Edén, dando inicio a la muerte y la Historia , a causa de una manzana, quizás la misma que da vuelo a la guerra de Troya y a las especulaciones de Newton; Colón explica a sus patrocinadores la redondez de la Tierra usando una naranja mientras el Universo surge en todas las mitologías centroamericanas gracias al maíz. Cuadros con frutas nos empiezan a hablar de la abundancia, el hambre y el carácter perecedero de las posesiones terrenales, para luego transformarse en pobres estructuras decorativas de comedores de clase media. La frase Tierra somos y en Tierra nos convertiremos debería señalar un nuevo modelo relacional, que poco o nada tendría que ver con el advenimiento de un neohippismo glamoroso y cándido, pero sí con las ideas que, entre otros, Bateson y Guattari dispararon sin demasiado eco en tanto ponían sobre el tapete la necesidad de dar vueltas al término Responsabilidad. Indagar por la hoy cuestionable posibilidad didáctica de elementos tan asignificantes como las frutas y verduras es parte de lo que Sierra busca conseguir con este proyecto.
Gabriel Sierra ha realizado, como parte de su Madrastra Naturaleza series 2006, un evento que toca de forma frontal y apenas tangencial, simultáneamente, los problemas involucrados en la situación misma de hallarse exhibiendo (en) un bodegón. Para ello ha tejido una trama finísima de modulaciones en las que reflexiones sobre naturaleza y artificio, acervo local y lógica corporativa, resignación tropical y poder colonial se unen, se chocan y se contestan sin darnos tiempo de asumir la totalidad de la situación a la que nos estamos enfrentando.
Como siempre, el trabajo de Sierra no cesa de enredar la pita en torno a la función del arte hoy, sabiendo que el término "función" se encuentra íntimamente relacionado con campos como el diseño y la ingeniería, en los que de entrada, más que frente a signos nos encontramos con productos, hechos a la medida de usuarios y consumidores en el "campo expandido", desinteresados de todo aquello que implique una lectura sobre lo que está siendo utilizado, comprado y, por supuesto, excluido.
Las palabras "Campo expandido", caballito de batalla de críticos y artistas contemporáneos deberían aquí, de este lado de la teoría, remitirnos a un conjunto de problemas muy distintos a los que se plantea Krauss con respecto a las inserciones escultóricas de Robert Morris o Smithson en un entorno rural. Tal vez podríamos empezar pensando en el por qué de esta necesidad expansiva, y en las implicaciones que tiene, en términos de escala, autonomía y operatividad. Se expanden los imperios sobre terrenos que no logran resistir militar, económica y culturalmente y por ello, expandir un cierto campo sobre otro está, de entrada, acabando con la posibilidad de hacer otra clase de mundos, desinteresados por la lógica del desarrollo. El campo expandido, en un país en el que el campo ha sido sistemáticamente mistificado, menospreciado y destruido, es una invitación y un saludo de bienvenida puestos en una valla publicitaria de wal-mart/Monsanto que dice "Gringo come home."
viernes 30 de junio de 2006
4 pm – 10 pm
(único día)
El Bodegón
cra 2 # 22A-08
Barrio Germania