Encuentro con Antonio Caro


Antonio Caro
El iconoclasta

 Por Sol Astrid Giraldo

 

 

"Voy hacia lo social y tengo un comportamiento más intelectual que emotivo"


Palabras claves

conceptualismo, política, arte efímero, anti-arte, localismo, estrategias pop, serigrafía, dibujo, obra gráfica, instalaciones, pinturas, acciones


Obra

 Antonio Caro ha sido considerado uno de los iniciadores del conceptualismo no sólo en Colombia, sino en América Latina. En los años 70, en un medio cerrado, tradicional y recatado, su trabajo irrumpió contra las obras, los museos, el público, las academias y la crítica del arte en el país. Sin muchos antecedentes ni teorías previas, Caro comenzó a realizar unas prácticas artísticas que desmantelaban el objeto artístico, la estética formal, la obra acabada, la originalidad del autor, la fetichización del producto artístico, su especulación comercial, y realizaban un embate contra todos los mecanismos de poder del circuito institucional de las artes.

 

Pero su reflexión iba más allá del ámbito artístico. Lo que realmente le interesaba era la sociedad como tema de su obra. En unos tiempos altamente politizados, Caro decidió que su trabajo sería esencialmente político y que las respuestas que le interesaban, más que las de la crítica y los especialistas, eran las que pudiera provocar en la sociedad. También se decidió por un arte altamente intelectualizado, que prefería transmitir ideas e información de la manera más eficiente que sensaciones, emociones o expresiones personales y que no le interesaba las búsquedas formales.

 

Desde aquellos años no se ha apartado de este camino, realizando críticas mordaces, directas, deconstruyendo los circuitos de poder desde su insistente lenguaje. Este se ha nutrido tanto de la mitología de la sociedad de consumo como de la popular, tradicional, histórica. Por esta recurrencia a símbolos de la cultura de masas, en un principio se le relacionó con el movimiento pop. Pero aunque Caro recurrió a algunas de sus estrategias, sus usos se apartan de los de ese movimiento norteamericano. Caro no sacraliza el objeto de consumo sino que a  través de él hace una lectura demoledora del país. La obra emblemática de este período -y desde entonces una especie de símbolo nacional-, sin duda, es aquella en la que escribe la palabra Colombia con la reconocible tipografía de la marca Coca-Cola. Así, con un mensaje tan directo y efectivo como el de la publicidad, realiza un devastador y diáfano comentario político. El maíz, como símbolo indigenista, ha sido otro de sus temas revisitados insistentemente desde innumerables técnicas que van desde la serigrafía hasta el dibujo, pasando por la mata real, lo mismo que las plantas medicinales avaladas por los saberes populares. La firma del líder indígena Quintín Lame, la de los estudiantes desaparecidos en las revueltas estudiantiles, el mapa de San Andrés y Providencia formado con monedas de 10 pesos, han llegado a convertirse también en contra-íconos que reflejan en un espejo invertido la imagen oficial del país, lo mismo que frases construidas publicitariamente como "Todo está muy caro", "Su salud está por el suelo", "Defienda su talento", entre otras. Caro ha deconstruido de esta manera esa oficialidad usando su mismo lenguaje y sus mismas estrategias pero subvirtiendo el sentido en una especie de Hara-Kiri conceptual. Pues en estas obras el mensaje no se produce a través de un medio, sino precisamente en el mismo medio, que con sus mismos códigos es neutralizado.

 

A lo largo de su extensa carrera, Caro ha sido una conciencia lúcida y crítica de Colombia, un observador atento de su imaginario colectivo, un transgresor de los esquemas estériles del circuito del arte, un investigador de lenguajes, un problematizador de la identidad colombiana y latinoamericana, un decodificador de los lenguajes oficiales y, sobre todo, un activador constante de nuevos caminos para el arte.

 

El artista
Antonio Caro tuvo su primera aparición en la escena artística en el XXI Salón Nacional, en 1970, con la obra efímera Cabeza de Lleras. En ocasiones utiliza el dibujo (serie Colombia), otras la serigrafía (serie Maíz), y también ha realizado presentaciones personales como el Proyecto 500 que le mereció una Mención de Honor en el XXXI Salón Nacional. Además de este premio, su trabajo ha obtenido otras distinciones: su obra Colombia Coca Cola, lo hizo merecedor de un reconocimiento en el XXV Salón de Artistas de 1976, y también fue seleccionada para la muestra Conceptualist Art: Points of Origin 1950s-1980s en el Queens Museum de NuevaYork en 1999. En 1992 recibió el Premio de Investigación de Cultura y en 1998 se hizo acreedor a la Beca Guggenheim.

 

Obras seleccionadas
Homenaje a Manuel Quintín Lame, 1972. Dibujo sobre cartulina.
Colombia-Marlboro, 1975. Fotografía
Colombia, 1976. Esmalte sobre metal
Maíz, a partir de 1976
San Andrés y Providencia, 1995 Instalación con monedas de diez pesos formando el mapa de las dos islas colombianas del Caribe
Su salud está por el suelo, 2001 Cartel 100 x 70 cm Fotografías de plantas medicinales 20 x 25 cm c/u Volantes impresos
Malparidos, 2005 Volantes impresos Colección del artista

 

Crítica
"Caro seguramente encaja en la corriente artística que desde 1960 se ha categorizado como conceptualismo. Pero también encaja en algo más vasto y culturalmente más importante. Caro se manifiesta en una forma muy particular de guerrilla visual. Cuidadosamente apunta para errarle a los blancos de tiro definidos y amados por la estructura de poder artística, del mismo modo que su voluntad de localismo es difícil de exportar".
Luis Camnitzer, Revista Poliéster

 

Obra en Medellín
Exposición retrospectiva de sus obras más importantes.

 

 

 
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