Cuando estalló la crisis financiera en Argentina a finales del 2001, las instituciones y la sociedad colapsaron paralelo a la economía. En ese momento nació Club del Dibujo, una “institución de autor” creada por un grupo de artistas que se unieron e idearon una plataforma de encuentro para artistas, dibujantes aficionados o ciudadanos que consideran el ocio como una posibilidad para el dibujo.
‘Pieza Pizarrón’ es un proyecto que vienen desarrollando desde el 2006, cuando comenzaron a generar ‘espacios-pizarrón’ para invitar artistas a que hicieran dibujo en vivo. Esta pizarra es un dispositivo que puede estar en el piso, la pared o el techo; es un espacio que puede ser exterior o interior, y puede ser una creación o la transformación de un espacio.
Entre las actividades que hicieron en el MDE11 se encuentra “Coreografía del retrato (del dibujo y del amor todos sabemos)”, un taller que tuvo el retrato como tema central y que fue dictado en la Corporación Picacho con Futuro. Asimismo, realizaron un taller con el profesor Andrés Hernández y 10 estudiantes de la Institución Educativa Orlando Velásquez Arango, del corregimiento de Bolombolo (Antioquia), entre otras actividades.
Taller 7 fue el espacio que los acogió en Medellín y donde quedó el registro de su trabajo.
MDE11: El Club del Dibujo trabaja con ‘el otro’ como coautor de la obra. ¿Cuál es la posición de ustedes sobre la autoría?
Claudia del Río: El autor no necesita ser un profesional o estar circulando y tener una visibilidad en el sistema. El autor es alguien que ejecuta algo. En nuestra colección de dibujos el espacio es muy democrático y particular: no todas las obras son de autores famosos o reconocidos.
Cuando invitamos a un artista plástico o a un coreógrafo para que intervenga la pizarra, la función del Club del Dibujo está en la curaduría. Yo a veces me meto en los ejercicios del pizarrón porque también el lugar del Club es ser una especie de ‘máquina’ en función de un grupo de personas.
¿Qué puede destacar de su paso por el MDE11?
Somos muy conscientes que aprendemos de muchas formas, no precisamente de la manera que se “tiene” que aprender. He participado en bienales y eventos artísticos internacionales, y puedo decir que me gustó mucho la curaduría de los 4 responsables del MDE11 (Nuria Enguita, Eva Grinstein, Bill Kelley Jr. y Conrado Uribe). En esta ocasión percibí que no hubo un traslado de obras sino que de verdad investigaron el contexto local con bastante profundidad. Estuvieron viendo cómo cruzar experiencias y cómo se podía hacer un encuentro de lo común con lo diferente, con las especificidades que cada artista podía tener.
¿Por qué el énfasis en los procesos educativos?
Algunos artistas argentinos comenzamos a pensar que toda esta preocupación pedagógica formaba parte de nuestra obra. No es que seamos artistas plásticos para luego dedicarnos a enseñar. No es así. Son todas las extensiones: del cuadro al dibujo, del dibujo a enseñar, de enseñar a curar una muestra o a escribir un texto. Nuestro trabajo se volvió “pluri-todero” [risas], se convirtió en un árbol con muchas ramas, y eso es lo que me apasiona.