MDE07: Algunas impresiones
Medellín vivió la apertura al público de las intervenciones en el Encuentro Internacional de Arte. A pesar del temor que causaba el prejuicio de que la gente no entendiera o no asistiera, la realidad superó al escepticismo. Crónica desde Medellín de un evento que continúa hasta el próximo mes.
Por María Alejandra Pautassi
Fecha: 05/23/2007 –
Una de las mayores dificultades que ha tenido la difusión de mde07 es que el público no estaba acostumbrado a eventos de esta magnitud relacionados con el arte. Este encuentro ha tenido el despliegue geográfico y temporal (toda la ciudad durante seis meses) que no tuvieron las bienales de 1968, 1979, 1972 y 1981. Pero desde abril se ha hecho evidente su presencia en Medellín. Lucía González, directora del Museo de Antioquia y una de las principales responsables de que el Encuentro fuera posible, afirma que “la élite cultural ya no pertenece a las clases altas. Estas son las que han perdido más información. Ahora son los estratos medios. Ellos son los que buscan espacios de formación como este encuentro”. Lo dice por el tipo de gente que ha visto entrar y salir de la Casa del Encuentro en estos cuatro meses, y ahora, por la que asiste a las salas de exposición.
Así quedó demostrado el viernes 13 de abril, día en que se abrían al público las primeras exposiciones. Para entonces mde07 era apenas un rumor en la ciudad. Pocos sabían qué significaban las siglas. Mucho menos cómo se debían decir (“¿Me7, Medellín 07, Encuentro Internacional Medellín 2007? ¿Carajo, cómo anuncio eso?”, le preguntaba un locutor de la radio local, desesperado, a la jefe de prensa del Encuentro). Si los periodistas estaban confundidos, en los parques y las calles la gente preguntaba: “¿Arte?… ¿Y contemporáneo?”. Los ochenta artistas invitados, el Museo de Antioquia y un equipo de alrededor ciento veinte personas habían trabajado de puertas para adentro durante tres meses investigando con las comunidades y preparando obras e intervenciones.
Durante los primeros meses de este año, sin embargo, la Casa del Encuentro ya había sido escenario de sorpresas. La casa, ubicada en pleno centro de Medellín, en el callejón de Veracruz al lado de la Plaza Botero, fue concebida como un laboratorio de Hospitalidad, uno de los temas del Encuentro. Será lo único que quede de mde07 después de junio, cuando los artistas y curadores empaquen maletas y se vayan para su casa: un espacio donde la gente podrá averiguar, investigar y aprender sobre arte contemporáneo. Pero por ahora este es el vestíbulo oficial del Encuentro. En febrero, durante la fiesta de inauguración de la Casa, las prostitutas que habitan el callejón bailaron hip-hop con los artistas, curadores y productores del encuentro. Héctor Buitrago, de Aterciopelados, reunió a más de cientocincuenta personas en los alrededores de la casa a mediados de marzo, en el cierre de su proyecto musical Conector vs. Kamaclan.
Gabriel Sierra es uno de los artistas invitados y encargado de diseñar el mobiliario de la casa. Sierra dice que su obra surge de la pregunta de cómo el hombre habita el mundo a través de las cosas. “Algunos de estos muebles fueron elaborados con materiales reciclados del antiguo Museo de Antioquia”. Los casilleros están hechos con tabletas sobrantes y pedazos de vidrio translúcido de baño y un archivador está compuesto de ocho cajas de manzanas chilenas sostenidas por listones de pino. La misma Casa fue construida en la primera sede del Museo. En la sala de lectura, un salón de techo alto y cornisas que recuerdan que alguna vez ahí se exhibieron pinturas y esculturas, se exponen los muebles de Sierra: tres mesas, unas butacas y un sofá. Sierra dice que esta es “una casa que no es una casa –ni un museo en sentido clásico o un edificio–, entonces utilizamos elementos familiares, de la vida diaria, pero de otra forma”. Y continúa: “Queremos que todo tipo de gente pueda usar los muebles y se sientan cómoda en ellos”.
Una peregrinación
En el Museo de Arte Moderno de Medellín había unas trescientas personas a las 3:30 de la tarde de ese viernes 13. Y seguían llegando: estudiantes de universidad, profesoras de colegio y sus alumnos, señoras del Poblado, gente de Envigado y Sabaneta, niños, ancianos, ejecutivos sin corbata, rolos, costeños y extranjeros, gente de la farándula y hasta modelos. Eran tantos que una fila india de tráfico lento dictaba el ritmo del recorrido. Nadie se quería desprender de las paredes donde estaban colgadas las obras.
A cinco cuadras, en el edificio de Suramericana, en donde están expuestas las obras de varios artistas colombianos y extranjeros, María Angélica Medina tejió, como lo hace desde hace más de veinte años, frente al público. Este es su performance. En menos de lo que se hace un nudo de croché, se le vino encima la horda que había estado en el Museo de Arte Moderno hacía unos minutos. Dice que solo una vez en su vida se había sentido vulnerada, en el centro de Bogotá, cuando le dio por tejer en el Jorge Eliécer Gaitán. “¡Se me montaban encima!”. De todos modos, insiste en que el mérito de este encuentro es crear públicos pues “sin público no hay arte”.
Escenas similares se vieron en las otras cinco salas de exposiciones que abrieron ese día (las de la Universidad de Antioquia y Eafit, el Museo de Antioquia y la Casa del Encuentro). La gente llegaba a las salas, ojeaba las obras y seguía a la próxima estación como en romería pagana. El equipo de mde07 había organizado un recorrido por los lugares de exposición. Cuatro buses con guías salieron del Museo de Antioquia a las tres de la tarde. Hicieron falta y los que había tuvieron que repetir el recorrido. Los que se quedaron por fuera cogieron taxi. Esa noche más de 1.600 personas habían entrado a la Casa del Encuentro, la última estación del recorrido.
Durante los tres días del primer fin de semana que estuvo abierta su exposición (una de las tres retrospectivas del Encuentro), Antonio Caro, otro de los artistas invitados, dio cuatro visitas guiadas. Dos no estaban programadas. Lo hizo por puro gusto. El sábado en la noche, después de que la mayoría de gente se había ido de la Casa, dijo que las visitas lo han obligado a cambiar de perspectiva y eso hace madurar las cosas. Lo dice por él y por su público. Por él, pues ha podido “ver las cosas de uno a través de los ojos de otro”, reinterpretar su obra, ver cómo cambia. Por su público, porque ha visto distintos niveles de respuestas en los espectadores. Ha notado que es un público libre de prejuicios estéticos. Muy receptivo. Muy diverso: niños, académicos, estudiantes. “Bien distinto al de, por ejemplo, los Salones Nacionales. Siempre la misma gente”.
Primeras impresiones
Ha pasado casi un mes desde que se abrieron las primeras exposiciones y la gente sigue yendo a las salas. Jaime Cerón, uno de los curadores asociados al evento, está sorprendido con la cantidad de gente que ha ido a los museos. Él esperaba que solo la gente “metida en el medio cultural”, conocedora de arte, hiciera parte del encuentro. Y cree que la asistencia masiva es el resultado de acciones concretas que se han venido desarrollando de manera continua desde enero. Conversaciones en las que los artistas hablan de su obra, una agenda académica que familiariza a la gente con los problemas teóricos del arte contemporáneo y la preparación de los guías han hecho posible que el público se acerque de forma directa al arte contemporáneo y a los artistas.
Para Lucía González la presencia y dedicación de los artistas ha sido lo más importante. “Los encuentros entre los invitados internacionales y los colectivos con el público han producido nuevos sueños, intercambios y reflexiones”, cosas que no son medibles ni cuantificables, pero que se perciben. González cree además que con la inauguración de las intervenciones al espacio público, mde07 logrará vincular a los públicos que le hacen falta, la gente que no se atreve a ir a una sala cerrada de exposiciones o a quienes no les ha llegado información.
Este 26 de mayo se abren las intervenciones en la ciudad y ya se organizó un recorrido similar al del 13 de abril, esta vez más largo. Además de pasar por las salas de exposición –que ahora son diez–, se pasará por las intervenciones de los colombianos Adolfo Bernal, Fernando Pertuz y Gloria Posada en distintos barrios de la ciudad, y los artistas Tatsu Nishi de Japón, Marjetica Portc de Eslovenia y el brasileño Cildo Meireles. Si algo han logrado los murales, las intervenciones en iglesias y museos, los carteles en las calles, las conversaciones en la Casa del Encuentro y todos los demás espacios que se han ido uniendo en estos seis meses, es la creación de un público curioso, que ha tenido un contacto directo con el arte contemporáneo. Durante estos dos meses mde07 lo seguirá construyendo.
Revista Arcadia, Bogotá, 23 de mayo de 2007