Por Alejandro Millán Valencia
Medellín
Este Ford 100 a duras penas puede moverse y esta sobre la calle como una obra de arte.
Sobre el capó donde las manchas de las peladuras tienen más extensión que la pintura, está su dueño, León Isaza.
"Yo me conseguí este carrito y logre acomodarlo para que me sirviera para subsistir", dijo León mientras mostraba una de las puertas del carro, que no le pertenecía originalmente, sino que se las consiguió de otro modelo y se las puso.
Con esta obra de arte, así como suena, León se gana la vida. Una vez, mientras recorría la calle con un trasteíto, lo interceptó Carolina Salazar, una artista plástica bogotana que andaba en búsqueda de automóviles transformados, convertidos en manera subsistir, para su exposición El Garage de los Deseos, en el marco del Encuentro Medellín de Arte Contemporáneo 2007.
"Cuando ella me dijo que mi carro era una obra de arte, me pareció fabuloso y por eso lo traje para que la gente lo pudiera apreciar", explicó León.
Opiniones divididas
Pero no solo a León, Carolina les echó el cuento de su rollo estético. A más de quince automóviles, desde la Chiva Rumbera hasta un Renault 4 convertido en un pequeño camión de carga, estaban ayer frente al Parque de los Deseos dentro de la exposición de Salazar.
Frente al tema había opiniones divididas. Jairo García se vino con toda la familia a observar estos automóviles, que por momentos de la tarde, se transformaron en juegos infantiles, discotecas, venta de guarapo y camiones de carga.
"Me parece interesante lo de la exposición porque uno pone otra visión sobre estos vehículos. Sin embargo, no estoy de acuerdo que carros tan maltratados hagan parte del arte", afirmó García.
Sin embargo, a Gladis Arboleda le gustó por el reconocimiento que se le da los carros que no son último modelo, sino que sirven para sobrevivir.
"Este es una especie de homenaje a los personajes que trabajan diariamente y que utilizan su ingenio, cuando no hay recursos, para salir adelante", dijo Gladis.
La perversión del objeto
Pero el origen de todo este reconocimiento a la subsistencia surgió de una hornilla de la estufa colgada del techo.
"Una amiga lo utilizó para darle calor a su bebé que era sietemesino. Ese uso fue como un golpe seco y fuerte para mí".
Por esa razón se metió por los aires del bricolaje y buscando en Medellín encontró como algunas personas pervierten el uso de los objetos, en este caso un automóvil, y lo transforman en arte.
"El carro siempre se ha visto como un objeto de poder. Estos señores casi lo reducen a lo contrario de lo que es su esencia que es moverse", explicó la artista bogotana.
Además creó un juego de cartas donde se encuentran las especificaciones de cada uno de los vehículos, que ha conseguido en esa búsqueda y que la sorprendieron por su manera de subsistir.
Periódico El Colombiano, Medellín, 25 de junio de 2007, página 2d