La cámara estaba dispuesta. El tiempo, como siempre, marchaba vertiginoso; era imposible detenerlo. De pronto el obturador se dispara y el tiempo se congela por unas milésimas de segundo, pero sigue su curso, somos presos del tiempo. Aquella imagen sólo será evidencia de que el tiempo si se puede congelar.
Aferrados a este tiempo
El fotógrafo español Alejandro Castellotes estuvo, hace un par de días, como invitado al evento Medellín 2007. En éste, dictó una conferencia, que más que esto fue una profunda reflexión sobre la fotografía y el arte contemporáneo.
En ocasiones relacionamos la fotografía con la pintura, ¿y por qué desvincularla? Si ambas tienen una estrecha relación. “En el siglo XIX, se empieza a usar la fotografía de la mano de los propios dibujantes, cuyo lenguaje era de representación de uso arquitectónico. Hablamos de alzados, de tipos de perspectivas ¿como la de puntos de fuga?. Este lenguaje se va incorporando a la fotografía de ahí que, en lugar de tener una visión subjetiva de todo el ser humano, de cómo una persona se relaciona o interactúa con un sitio, con unas proporciones, o con unas relaciones entre las dimensiones de uno y otro, o la manera en que experimenta esto, se tenga una arquitectura manteniendo siempre la verticalidad, verticalidad que no estuviera ‘contaminada’ por lo subjetivo de las representaciones sensoriales”. Estas representaciones arquitectónicas se podían y se pueden ver en las mismas obras, propias del siglo en mención.
Las reflexiones sobre arte y fotografía continuaron en una dinámica que nos llevaba, a través de las imágenes, en el tiempo, nos regresaba para sabernos aferrados al mismo, pero diciéndonos que no necesariamente nos condiciona.
Hubo un punto bien importante dentro de estas reflexiones y es que la fotografía de esta parte del mundo, de Latinoamérica, ha sido una gran sorpresa para algunos países europeos, pues, “de cierta manera, está siempre anclada a un ‘realismo mágico’ propio de la fotografía documental y social; aunque sigue ¿a mi modo?, influenciada por modelos de Estados Unidos, ¿y esto me lleva a decir que fotografiamos en inglés?. Y es que, la mirada hegemónica de la fotografía está, en muchísimos de los casos, destinada o en función de subrayar el valor y la hegemonía cultural de los europeos y los norteamericanos en su relación con nosotros. Y aun así, yo como fotógrafo, perteneciente a esa periferia iberoamericana, digo que la manera de ver el mundo es distinta. Se tiene una perspectiva distinta”.
Hago un paréntesis para decir que: cuanto más ambigua es una imagen, más posibilidades tiene un pensador de reflexionar en cualquier dirección a partir de ésta. “Mientras que cuando la opinión del fotógrafo o del artista es la que emerge a través de sus propias imágenes, deja muy poco espacio para su interpretación”.
“En la fotografía del siglo XXI, por ejemplo en Alemania, en la Escuela de Dusseldorf, se retoman propuestas del siglo XIX. Me sigue sorprendiendo la acogida tan grande que ha tenido estas propuestas. Propuestas que nos ‘retrotraen’ a una mirada objetiva como siempre, desprovista de cualquier subjetividad, etc., y se dejen de lado otras aproximaciones que se pueden hacer desde el lenguaje de la fotografía, que incluye con toda naturalidad: la música, la poesía, el cine, las emociones. En este caso creo que priman aspectos culturales, económicos”.
La fotografía también se relaciona con otras artes, como el cine.
“Una película como Como Agua para Chocolate se correspondería con esa Latinoamérica rural, mágica, etc. Y la fotografía contemporánea del siglo XXI, se correspondería más con la película Amores Perros, por ceñirnos al cine mexicano y, ahorita incluso, a un determinado momento en el que tiene una cierta relevancia los directores y el cine mexicano”.
Ahora bien, el artista, el fotógrafo tiene un poder, que en ocasiones se vuelve un poco arrogante “Esa falta de horizontalidad entre la relación del fotógrafo y los sujetos fotografiados, también ha caracterizado a la fotografía y se sigue viendo así, al punto que muchas de las opciones con respecto a la fotografía documental que está relacionado con minorías, bien de origen étnico, de género o económicas, pasan por compartir el poder”, un ejemplo de ello es cuando el fotógrafo sede el lente, la cámara a los propios sujetos y “son ellos quines se auto-fotografían y acceden a la auto-representación”.
Alejandro Castellotes referencia una última reflexión, pues el tiempo es ‘limitado’: “Pero el arte no es el estamento último y más importante al que pueda aspirar la cultura contemporánea, lo que hace que mucha gente esté regresando en el tiempo a la recuperación de muchos archivos de fotografía, para acceder a todas esas capas semánticas que el tiempo ha ido depositando sobre estas imágenes, y así mirar con otra educación cultural y visual estas imágenes”.
Esta actividad también permite descubrir y redescubrir obras que simplemente han pasado desapercibidas por el tiempo. “A su vez, al servirse de esta iconografía, hablar de otras cosas”. En este ejemplo la imagen de Marco López habla de la pintura del ‘mundo occidental’ y también de un hecho tan relevante para América Latina como lo fue la muerte del Che.
El obturador vuelve a dispararse y nos congela en el tiempo.
Revista electrónica De la Urbe Digital, Medellín, Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia, Boletín 156, 8 de mayo de 2007