- En el Encuentro Medellín 2007 la participación del espectador es clave.
Autora Beatriz Mesa Mejía
Profesión: Periodista Nacionalidad: Colombiana
Contexto
El Encuentro Medellín 2007, prácticas artísticas contemporáneas entra en su fase final en este junio. Un nuevo ciclo expositivo se abrió.
Observamos las propuestas de los artistas invitados, también nos detuvimos en los rostros de los espectadores que decidieron hacer parte de las obras puestas en el Museo de Antioquia, en la Casa del Encuentro, en la Alianza Francesa, en el templo de Barrio Triste, en la Estación Floresta… Nos detuvimos en las fotografías presentadas por Libia Posada, que hace una profunda reflexión sobre el maltrato a las mujeres…
Leímos las cartas enviadas al Correo de la Esperanza, abierto por Nicolás Cadavid, y escuchamos las palabras dichas al artista Fernando Pertúz en su búsqueda por encontrar un mundo mejor. Nos acercamos a propuestas como la de BereBere, en la que se hace un mapa de aquello que no se ve, o las del brasileño Cildo Meireles, que en la sala del Museo de Antioquia se hace sugerente con sus instalaciones misteriosas, inquietantes, y en su intervención urbana provoca a los transeúntes a que recorran un laberinto o espiral… Muchos han logrado disfrutar de esta cita, que incluye una intensa programación académica.
Algunos lo han visto demasiado extendido en el tiempo -se inició en enero y termina en junio- y encuentran que pierde impacto: se diluye. Otros, los que lo han seguido con cuidado, han logrado acercarse a diversas maneras de ver y sentir el arte, y la sociedad de hoy. La hora del balance se acerca, lo que es claro es que debería quedar una puerta abierta para continuar este diálogo que se inició en 2007.
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La escalera conduce a las alturas de una Iglesia. Decenas de personas ascienden con cuidado. En algunos rostros el temor es evidente, en otros se esboza una sonrisa nerviosa.
La invitación es del artista japonés Tatzu Nishi quien intervino la fachada de templo del Sagrado Corazón de Jesús, en el sector conocido como Barrio Triste.
"¡No puedo creerlo, estoy aquí arriba, tocando esta cruz!", exclamó emocionada una mujer que se unió al particular grupo de espectadores que querían ver el trabajo del oriental. La cruz sobresalía en una habitación improvisada, parásita, al unirse al monumento público, donde una mesa, un reloj, una estantería daban forma al ambiente.
Los que subieron allí no olvidarán esta experiencia. Es el arte que provoca los sentidos, la imaginación y el pensamiento. Tatzu convoca y hace sentir emoción. Hay una lucha contra la inercia y el cansancio, y un alto nivel de irrealidad que logra conmover a los visitantes de tan particular escenario.
La obra de Tatsu hace parte del Encuentro Medellín 2007, prácticas artísticas contemporáneas.
Suplemento Generación, Periódico El Colombiano, Medellín, 3 de junio de 2007, páginas 2 y 3