Entre la hostilidad y la hospitalidad


 

Por Ángela Patricia Escobar
El artista mexicano Héctor Zamora propone es su trabajo plástico una vivencia diferente del espacio, a través de la geometría y los materiales logra vincular al espectador en una ilusión sensible que le crea con sus colores y formas otra dimensión de su entorno.

 

Su trabajo de campo para la elaboración de cada obra está dado en la vivencia misma del sitio, como él mismo explica es “un dejarte ir y fluir en un río, no pelear contra la corriente, en ese sentido creo que es la manera más directa que he hallado para realmente encontrar y sentir el espacio en el que voy a trabajar, Creo mucho en estas situaciones orgánicas, tengo muchísima inspiración en la naturaleza, me gusta mucho aprender de ella. Cómo genera sus formas, porque al final la naturaleza no desperdicia nada, todo tiene un porqué.”

 

De su vivencia en Medellín y pensando en el tema de la hospitalidad/hostilidad propuesto por el Encuentro Internacional Medellín 2007, Zamora se enfrentó con el tema álgido de volver público un espacio privado al proponer una obra que se inserta dentro del museo para robar este espacio y volverlo público, una obra que desde su inició generó rechazo por parte de quienes tenían este espacio como oficina y ahora lo ven alterado y se sienten de alguna forma desplazados. Y reacciones que veremos cuando la pieza entre el próximo sábado 26 de mayo a interactuar con lo público y se vuelva un bar más dentro de la zona. Es una manera interesante de ver como de la hospitalidad se puede pasar en un instante a la hostilidad, una propuesta de la que nos habla el mismo artista que adicionalmente estará en el barrio Moravia, cambiando el entorno de sus habitantes en convite con ellos.

 

¿Cuáles son sus propuestas para el MDE07?
Cada uno tiene una cosa muy particular. En el caso del proyecto para La Casa del Encuentro, es enfatizar esta relación que existe entre el interior y el exterior de La Casa, cómo estas dos vidas están coexistiendo sin generar tanta fricción. Normalmente una situación de una zona roja con prostitutas e indigentes no es muy compatible con un museo tan importante en la ciudad, pero aquí de alguna manera hay un respeto y una coexistencia que es muy interesante, en ese sentido la pieza se inserta muy fuerte en esta relación y está tensión entre el interior y el exterior, haciendo que el museo seda uno de sus espacios para que este espacio se sume al espacio exterior y, obviamente, buscando que esta suma en la manera más coherente se vuelva un espacio como un changarrito, como uno de estos barcitos que hay aquí, que es lo que es más común y cotidiano que encuentras en el barrio. Para adentro será como una intrusión, como un tumor.
Cómo en este espacio perdido el museo deja de tener las regulaciones y la normatividad sobre él, porque el espacio va a ser administrado por gente externa al museo, de alguna manera ahí es donde se va estructurando la pieza, en esa base de poner en conflicto esta situación y también en el otro punto de evidenciar cómo esta coexistencia funciona y funciona bien. Con todo y que hay situaciones muy tensas en lo que implica la vida exterior, hay un respeto y funciona.

 

En el caso de la otra pieza, es una pieza que se escapa a los muros, al espacio físico del encuentro, se transporta a un barrio en el cual no estoy interesado en que haya una gran promoción de una pieza o una gran escultura, sino simplemente se inserta dentro de una dinámica normal que es lo que la gente ubica en el espacio, a todos nos gusta tener plantas, las plantas son bienvenidas siempre en casa, en la mayoría de las casas, y en ese sentido utilizar estás técnicas que se usan mucho para colgar plantas en las casas porque a veces no hay el espacio suficiente, y cómo en este barrio este espacio, que es el único espacio que se conserva vacío, porque ya es imposible irse sobre el canal, me permite de pronto hacer esta propuesta con estas islas flotantes donde se va a poder sembrar las plantas que ellos deseen.
Se va a generar una estética que de alguna manera va a agregar un valor a un espacio que en este momento está vacío, que no pasa de ser un espacio gris como se ve en las fotografías, que no tiene nada más allá de eso y generar de alguna manera hasta una experiencia fantástica en el sentido de que cuando tú arribes a este canal -voy a tratar de que las estructuras que soporten estas islas sean muy sutiles, cable de acero muy delgado- entonces en una primera impresión tú vas a ver esto realmente flotando porque no van a cubrir toda la superficie sino que van a ser como hitos muy puntuales y de esa manera generar un espacio un poco como salido de ciencia ficción y que va a integrarse totalmente al barrio y a la vida cotidiana que existe en este espacio.
Tal vez, si corremos con suerte, hasta llegue a tener eco en algunos puntos similares a este en la ciudad y la gente empiece a hacer esto, porque la idea es utilizar materiales muy económicos, tecnologías de autoconstrucción, como la gente hace sus macetas usando tal vez algunas cosas recicladas.
Ahora voy a hacer los diseños y después voy a venir a Medellín a involucrarme con la gente en un convite un sábado o un domingo y entre todos los vecinos del barrio vamos a armar esta estructura y divertirnos, tal vez hacer alguna carne asada, la idea es que esto se convierta en algo festivo e integrar al barrio.

 

Básicamente esas son las dos propuestas, cada una se inserta en un panorama distinto, pero al final, creo yo y por eso lo estoy proponiendo, son coherentes con el discurso que se está manejando en el Encuentro que es este asunto de la hospitalidad y hasta lo mismo de hostilidad en el sentido de cómo la pieza que se inserta aquí en las oficinas de alguna manera va a tener ese sentido hacia el interior. Todas estas relaciones que se pueden entablar cuando estás jugando en un espacio público.

 

¿Por qué esa idea de robarse un espacio privado del museo y volverlo público?
Porque creo yo que es una de las formas más directas de poner en tensión los sistemas que articulan las reglas entre lo privado y lo público y de esa manera es muy fácil poder poner en la mesa el tema y poder discutirlo, no hay porque tenerle miedo a abrir las cosas, creo que muchas de las funciones o de lo que podemos encontrar en el arte actual es la posibilidad se supone de “mayor libertad,” en ese sentido el poder discutir de temas que no se pueden discutir en otros campos. Me hacen pensar que es posible y es interesante meterse como aquí a generar estas tensiones y buscar ver qué sucede con toda la gente involucrada desde interior/exterior, institución gobierno/gente en la calle. Al final también es una búsqueda de pluralidad, aquí es una pieza que le va a tocar a todos, desde el que va a ir a tomar una cerveza allí, hasta quien está trabajando aquí que ya no va a poder ver el otro lado, y del que va a venir un día que estaba acostumbrado a ver este espacio así y encontrarse con este spot, porque va a ser algo temporal, todo lo que se genera alrededor, no es sólo el simple hecho del interior y el exterior, de hacer público un espacio privado, trasciende más allá, digamos que esa es la base. Veo el tema como una sustracción en términos matemáticos, como de primero de primaria, aprender a sumar y a restar, Estamos restando y sumando y de pronto puede ser al revés es como una igualdad.

 

Hay dos componentes, el color y las geometrías en su trabajo, ¿cómo es el juego suyo con el espacio?
Es muy variable, las dos piezas que voy a presentar aquí, van a utilizar materiales y situaciones tan específicas que jamás he usado, tal vez en algunos puntos podemos decir que este muro que voy a hacer, se puede relacionar con otra pieza, pero en general la gama de técnicas y de materiales que puedo llegar a utilizar en mi trabajo es tan basta como el propio espacio me lo proponga. Porque al final mis proyectos son reacciones que tengo ante esta vivencia de un espacio determinado y creo que obviamente traigo un background de cosas que he estudiado y que conforman la base de mi lenguaje, muchas de esas están asentadas en lo que es la geometría, algo que me interesa mucho. La geometría es uno de los lenguajes que ayuda a entender y a definir el espacio, en este caso las geometría va de la mano de las matemáticas, y ni siquiera son matemáticas muy sofisticadas sino son matemáticas que te ayudan a comprender, a entender y a poder trabajar en el espacio cuestiones arquitectónicas, constructivas, que son al final parte del lenguaje espacial. Nosotros vivimos en un mundo diseñado por arquitectos que responden a formas ortogonales que son de tradición en la construcción dependiendo de cada lugar, en algunos lugares encontrarás cosas más orgánicas, menos orgánicas y en ese sentido yo trato de entablar el dialogo a nivel formal de acuerdo con el espacio que me está tocando trabajar.

 

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