Introducción

El Encuentro Internacional de Medellín (MDE11) toma como eje de trabajo los diferentes modos de construcción y recreación de conocimiento en y desde el arte, a la vez que plantea los límites y los retos de la experimentación pedagógica en la práctica institucional, artística y comunitaria. El MDE11 propone manifestar una tensión entre formas de conocimiento reglado, institucional y académico y formas de conocimiento más experimentales basadas en prácticas colectivas, colaborativas y de autogestión. Propuestas heterogéneas que conectan actores y recursos del circuito artístico con proyectos y experimentos que no se agotan en el interior de dicho circuito, sino que tienen resonancia en otros contextos.

Consciente de que la experiencia del arte opera siempre en el terreno de lo desconocido, propicio a la experimentación, la duda e incluso la ambigüedad, el MDE11 propone un diálogo continuo y abierto con prácticas artísticas, investigaciones dentro y fuera de la academia, y estrategias comunitarias y pedagogías críticas de las artes visuales alternativas a los entornos artísticos y a los procesos de aprendizaje tradicionales.

A partir de una propuesta inicial de José Roca, el equipo curatorial integrado por Nuria Enguita Mayo, Eva Grinstein, Bill Kelley Jr. y Conrado Uribe ha desarrollado el concepto del MDE11 a partir de una estructura definida por tres núcleos: Laboratorio, Estudio y Exposición, que a su vez se subdividen en varias ‘zonas de activación’. El énfasis está puesto en el trabajo procesual y colaborativo, orientado a plantear problemáticas y posibles modos de producción de conocimiento común desde la práctica artística y entre diversos autores, comunidades, colectivos y estudiantes de dentro y fuera de Medellín. Modos de trabajo que impliquen procesos de desvelamiento de cuestiones olvidadas, ocultadas o no estudiadas por las disciplinas tradicionales; formas de organización de la información que generen nuevas formas de ver y de entender el entorno.

Las prácticas curatoriales han complejizado su campo de acción en la contemporaneidad. Su énfasis ahora también abarca los procesos de mediación y articulación del arte, el flujo e intercambio de las ideas que genera y la producción de dispositivos de exhibición. Comprenderlas en su posibilidad de incluir modelos no predefinidos y estructuras colaborativas, los cuales se insertan dentro de las prácticas culturales contemporáneas, permite que dentro de sus alcances esté el propiciar la organización de encuentros, intercambios y puestas en escena abiertas y en permanente negociación con sus realidades.

Esta lectura expandida resiste visiones tradicionales que separan la organización interna de la obra de arte –su configuración formal propiamente dicha– de otras dimensiones del campo artístico: investigación, circulación y apropiación. Las prácticas curatoriales resultan así más procesuales que instrumentales; orgánicas y no lineales, más que causales o casuísticas; horizontales y basadas en los contextos, no verticales e impositivas; dotadas de objetivos y medios no del todo previstos desde un comienzo; desprendidas del imperativo de obtener resultados específicos, aunque sí buscando tener impactos efectivos sobre los modos de hacer convencionales.

La estructura y el desarrollo del MDE11 responden a un encargo preciso por parte del Museo de Antioquia para trabajar en el contexto de la ciudad de Medellín y con sus agentes sociales y culturales. Desde su misión, el museo busca promover la interacción educativa y cultural, convocar a la participación de muchos y propiciar la reflexión por medio del diálogo polifónico e interdisciplinario. En sintonía con estos objetivos, la curaduría del MDE11 se ha involucrado con colectivos y agentes diversos, desde la academia a los contextos de trabajo comunitario, así como a los espacios de autogestión que existen en Medellín. De esta colaboración resulta el proyecto general del MDE11.

Es interesante destacar que el Museo de Antioquia, una institución hegemónica fuertemente implicada y comprometida con el desarrollo sociocultural de Medellín, se coloca al frente de un evento de ciudad que relaciona institucionalidades diversas en un intento por tejer complicidades y potenciar un conjunto de propuestas que abarcan las artes plásticas, la arquitectura, la música, la imagen y la tecnología. La propuesta curatorial se ha enriquecido al relacionarse con las distintas instituciones y comunidades locales y en el diálogo con la historia trágica y apasionante de la ciudad. Es esa historia la que ha determinado el modo en que este proyecto desea operar.

Ninguna institución puede trabajar de espaldas al entramado cultural de un lugar, lo que implica concebir la cultura y el arte como prácticas sociales activas, como modos de conocimiento y de reflexión y no meramente como objetos de consumo y entretenimiento. En un momento en el que la industria cultural está totalmente atravesada por ese tercer estadio del capitalismo trans-nacional (posfordismo o globalización) y sus consecuencias, se están produciendo otras propuestas de muy distinto orden. Nuevas formas de producción cooperativas, a-disciplinares, no–mercantiles, etc; modos de hacer que están redefiniendo, por ejemplo, conceptos clásicos de la segunda vanguardia como ‘autonomía y representación’ en un campo ampliado de la práctica artística. Y es en este contexto de campo expandido donde el trabajo del arte ha de cambiar absolutamente; pasar de un planteamiento simbólico que reside en un objeto (autónomo) que irradia unos valores, a una práctica distinta que genere nuevas formas de representación y distribución en pos de nuevos marcos de experiencia comunes. Ese cambio requiere, entre otras muchas cosas, reconsiderar las formas de aprendizaje y las metodologías del campo de la pedagogía en el campo cultural, revisitar las formas de enseñar y aprender, así como los nuevos modos de acercamiento al público mediante procesos trans-disciplinarios poco trabajados en la historia del arte.

El Museo de Antioquia ha promovido desde el MDE07 una estrategia tendiente a re-crear y ampliar el discurso ciudadano de adentro hacia afuera, trabajando junto con artistas y comunidades. En la concepción del MDE11, el objetivo fue ampliar y continuar ese trabajo capitalizando los valiosos recursos culturales de Medellín: una manera de seguir adelante y de respetar esa trayectoria artística y pedagógica establecida por el museo. Medellín posee un ámbito rico y dinámico de proyectos pedagógicos, tanto a nivel institucional (gobierno municipal) como desde la autogestión. En este sentido, el mayor desafío fue trabar una relación estrecha con tantas comunidades y proyectos culturales como fuera posible.

El diálogo con agentes externos ha buscado potenciar esa fuerza de trabajo comunitario que en Medellín ha alcanzado un interesantísimo desarrollo: propuestas de formación y emancipación en un territorio complejo que buscan, entre otras cosas, combatir el analfabetismo, atenuar las manifestaciones de violencia o recuperar las memorias mediante proyectos pedagógicos de creación colectiva que apuntan a construir un espacio verdaderamente público y un saber común. Para el MDE11, esto implica un interés por proyectos participativos que exceden a la formación de efímeros espacios de socialización o comunidades volátiles.

En la gran mayoría de los proyectos con los que el MDE11 se ha involucrado, la participación se estructura de tal modo que conduce a un tipo de experiencia colectiva que permite la construcción –colaborativa y muchas veces interdisciplinaria– de sentidos. La noción de experiencia es redefinida en el marco de propuestas que no se concentran en la enseñanza del arte (técnicas) o en la formación de públicos (historia e interpretación del arte), sino en la configuración de entornos híbridos y participativos que pueden existir en un lugar limítrofe entre los procesos artísticos, culturales y formativos.

Estas prácticas abrazan los procesos pedagógicos, pero se resisten a apropiar las didácticas tradicionales de la enseñanza y el aprendizaje en el campo del arte. Reconocen su condición intersticial –entre el arte y la pedagogía– como posibilidad y potencia para abrir nuevas preguntas, proponer articulaciones entre disciplinas y generar otras respuestas. Son subversivas en cuanto desafían las estructuras tradicionales de la producción artística, resignificando de paso sus condiciones de interpretación. Pero no sólo deconstruyen y critican lo ya establecido. Son, al mismo tiempo, productoras de infraestructura, proactivas y constructoras, porque al estar soportadas en la autoría y el aprendizaje colectivos, buscan tener una eficaz y duradera injerencia en los procesos locales. Aspiran, como también proponía Paulo Freire, a que a través del arte y la educación –entendidos aquí en su dimensión política– los involucrados adquieran una conciencia crítica de su condición. Sin embargo, sus agentes ya no aspiran a propiciar grandes transformaciones socio-económicas, aunque sí a incidir en el terreno de las agendas e intereses de colectivos específicos, agenciando quizás la definición de identidades y hasta la resolución de ciertos conflictos. El trabajo colaborativo, por definición, reevalúa y potencia estas relaciones y los criterios transdisciplinarios -incluso transpedagógicos- que permiten comprender las metodologías artísticas, señalan una importante ruptura con las herencias discursivas del pasado. Las teorías históricas y contemporáneas, que han enmarcado el discurso sobre lo “público” y las “comunidades” en el arte contemporáneo, son de este modo desafiadas.

El Encuentro Internacional de Medellín MDE11 quiere subrayar esos modos de hacer y de aprender, insistiendo en que el arte tiene que ver con procesos, ideas y prácticas, y no solo con objetos. Tiene que ver con intercambios, con puntos de vista y diálogos. Tiene que ver con escuchar más y hablar menos. A eso hace referencia el título del MDE11. Plantea unos lugares de conocimiento y de experiencia, y como todo lugar de experiencia supone una posición en el presente, pero también una conciencia del pasado y una propuesta de futuro. El horizonte del MDE11 y su futuro dependerán de la capacidad de poner en común una gran cantidad de singularidades diversas y anónimas contra el espacio y el tiempo de la propia ciudad donde se despliega, haciendo visibles unas capacidades que buscan recuperar lo público en un contexto contemporáneo donde lo común se ve reducido, la mayoría de las veces, al espacio de lo productivo.

Enseñar y aprender, en suma, no solo implica una metodología de trabajo curatorial sino también una estructura conceptual que se pregunta acerca de las posibilidades de un evento de estas características. ¿Cuáles serían sus alcances para compartir nuevas ideas entre varias comunidades y co-construir espacios de aprendizaje? ¿Quién puede sacar partido de estas propuestas pedagógicas? ¿Qué papel juega un museo en estas estructuras masivas y dónde se ubican los artistas y el público? Estas son algunas de las preguntas que el equipo curatorial del MDE11 se ha formulado continuamente durante más de un año, durante la gestación del MDE11. Esperamos extender el diálogo con ustedes.

Lea o descargue el texto descriptivo del MDE11 en versión PDF.

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