Tiempo de balance

 

Por: Lucía González, Clara Mónica Zapata, Luis Fernando Valencia y otros
Profesión: Artistas Nacionalidad: Colombiana

 

Contexto
Terminó el Encuentro Internacional Medellín 2007: Prácticas Artísticas Contemporáneas que se había iniciado en enero pasado. Artistas de América Latina y Europa se dieron cita en la ciudad y compartieron con numerosos espectadores, pues al tiempo que realizaron intervenciones en espacios cerrados y abiertos, hablaron sobre su obra y sus procesos y confrontaron su trabajo.

 

Muchos espectadores están de acuerdo en que no debe quedarse en una sola versión. Otros consideran que pecó por exceso, que hubo improvisación y que faltó rigor en la selección de los invitados. Se criticó la participación de tantos curadores de fuera de Medellín y, por contraste, hubo malestar porque la presencia de artistas locales fue mínima. Lo cierto es que este tipo de eventos generan movimiento, permiten que ocurran cosas.

 

Dice Lucía González, directora del Museo de Antioquia y líder del proyecto, que se cumplió en un 95 por ciento con lo programado. Por ejemplo, con informar sobre arte contemporáneo, con formar, con permitir encuentros e intercambios, con movilizar a la comunidad artística y estudiantil… Advierte que los propósitos esenciales son a largo plazo. Allí entran la actualización permanente sobre la producción artística y los planteamientos culturales contemporáneos, y la visibilidad de Medellín en otros circuitos de arte nacionales e internacionales…

 

Generación ofrece un primer balance de lo ocurrido en estos meses, que incluye una encuesta con algunos de los asistentes, una entrevista con Lucía González y la opinión especializada y de público en general.

 

Lucía González, directora del Museo de Antioquia y del Encuentro Internacional Medellín 2007: Prácticas Artísticas Contemporáneas, ofrece una primera evaluación sobre el evento que reunió artistas plásticos, músicos, escritores, críticos, curadores y teóricos de diferentes regiones del mundo.

 

¿Cuales fueron los puntos más positivos?
"Lo más destacable en el campo local es la inmensa capacidad de trabajo conjunto que hemos desarrollado las entidades de toda índole, tanto públicas como privadas. Hemos construido una confianza, un capital social enorme, que hace posible grandes eventos, grandes transformaciones. Solo así es posible un evento de este tamaño, profundidad y complejidad. Otros logros: La información que recibimos, la respuesta del público joven y el nivel de las intervenciones y obras de los artistas locales. En el ámbito nacional, la respuesta de los medios y las demás entidades culturales y académicas. En lo global, la respuesta generosa y entusiasta de los artistas, así como la imagen que pudieron haberse llevado de Medellín".

 

¿Qué le queda a la ciudad?
"Muchas cosas, y todavía muchas por ver. Por vivir. Queda la aproximación al arte contemporáneo, la inquietud viva y activa por la producción de cultura y arte actual en el mundo como lugar para el diálogo, la interpelación, como espejo, como estímulo. Un reconocimiento de valor y nivel de la producción artística y cultural propia. Contactos reales con artistas, colectivos, académicos, que seguramente enriquecerán nuestra vida cultural. La demostración de que juntos somos capaces de hacer eventos de nivel mundial. Una casa, La Casa del Encuentro, como espacio para el arte contemporáneo".

 

Un evento tan extenso en tiempo y en programación ¿sí es apropiado para una ciudad como Medellín?
"Un evento que llega a diferentes públicos, que transita por muy diversas expresiones del arte, que trasciende el espectáculo para convertirse en un proceso formativo, no solo requiere de tiempo para su desarrollo, sino para su asimilación, para el diálogo, para el encuentro. El público de la ciudad tiene el interés, y la capacidad para asumirlo".

 

La metodología con algunos de los artistas invitados de afuera, de venir primero a observar, irse, y luego volver a hacer las intervenciones en los diferentes espacios, resulta, visto desde afuera, engorrosa y costosa. ¿Qué piensa de esto?
"Es engorroso y no tan costoso, pero sobretodo resulta gratificante desde todo punto de vista. Que los artistas estén en la ciudad un tiempo, permitió un diálogo muy enriquecedor. Nos devolvieron su mirada de la ciudad y de sus habitantes. Intervinieron el espacio y la vida de las comunidades o del entorno en el que actuaron, enriqueciéndolos. Pudieron hablar de si y de su obra. Conocieron a nuestros artistas. Ahora pueden hablar del arte en Colombia y de nuestra ciudad. La relación puramente humana, de tu a tu con ellos fue hermosa y aprendimos mucho de ellos".

 

¿Cuáles fueron los puntos negativos, que definitivamente en un nuevo Encuentro no podrían repetirse?
"Suena prepotente, pero no encuentro qué no deba repetirse. Creo que debemos tener un medio, un periódico propio que ayude un poco más a ilustrar sobre lo que se propone. A la ciudad le hace falta crítica, o por lo menos más personas que se atrevan a interpretar, cuestionar, a aportar desde lo profundamente cultural y artístico y sobre esa formación de sujetos ilustrados que se pronuncien, que construyan opinión pública, debemos seguir trabajando".

 

¿Cree que el público en general lo entendió en su dimensión y en la intención de unir varias disciplinas y artes?
"No sabría responderte aún. Tengo una percepción muy desde adentro. Ya iniciamos una evaluación seria del Encuentro y esta nos dará indicadores más precisos. Intuyo que llegamos a un público joven y a los artistas y académicos, y ellos comprendieron el valor de la propuesta interdisciplinaria. En el arte contemporáneo los límites se diluyeron".

 

¿Se piensa continuar haciendo este tipo de encuentros con un carácter interdisciplinario e internacional, y con intervenciones públicas y privadas? ¿Cómo hacer para darle continuidad a las experiencias?
"Creo que son los artistas y el público quien debe hacer esta demanda, pero desde el Museo de Antioquia y seguramente desde todas las instituciones aliadas a este evento estaremos atentos a no volver a perder de vista la producción de arte presente. Hemos demostrado que es necesario, valioso y posible".

 

Algunos artistas locales se sintieron ignorados. ¿Es necesario replantear la manera de convocar e invitar?
"Un evento de arte nunca ha sido ni será un acto de democracia plena. El ejercicio curatorial justamente plantea la selección como una propuesta, como una lectura, para ser vista , interpretada e interpelada. Muchos artistas muy buenos no fueron seleccionados esta vez porque el eje curatorial y las limitaciones materiales no lo hicieron posible, no quiere decir que no sean buenos. Lo que se propone no es una verdad, sino una mirada, y como tal tiene que ser selectiva".

 

En dinero, ¿a cuánto ascendió la realización del Encuentro?
"Estamos cerrando y aún no tengo la cifra exacta, pero creo que con la sistematización de la experiencia, la evaluación y la producción de las memorias, llegaremos justo a los 3 mil millones de pesos que habíamos calculado, de dinero en efectivo. Esto sin contabilizar miles de aportes en especie, representados en espacios, apoyos humanos, tecnología, etc., que fueron entregados por las entidades socias, sin las cuales no hubiera sido posible este evento. Creo que su aporte, y el del Museo mismo, puede ascender a otros 2 mil millones de pesos. Estaremos entregando cuentas públicas porque a todos nos interesa que se sepa en qué se invirtió el dinero y cuánto cuesta una experiencia de esta índole".

 

¿Qué tanto funcionó la alianza con las otras entidades? ¿El Museo de Antioquia se quedó solo con la carga?
"Solo porque muchas entidades trabajamos juntas este evento fue posible. Cada entidad puso en la medida de sus posibilidades, algunos con más esfuerzo que otros, pero siempre con entusiasmo y voluntad. Cabe destacar la apuesta de la Alcaldía de Medellín, que puso el primer case, cuando solo era una idea. Del sector privado, que lo hizo con fe y entusiasmo, de la Alcaldía Mayor de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura, Deportes y Turismo, que dio ejemplo de sentido de país, del Banco de la República que hizo un importante ejercicio de descentralización de su trabajo cultural a través del Encuentro, de las Embajadas y de las entidades culturales y académicas que estuvieron siempre atentas a que cada actividad, cada intervención fuera un éxito. El Museo se lleva los aplausos porque pone la cara y asume la responsabilidad, pero aquí hay que dar las gracias todos! Además es necesario y justo destacar el equipo de más de 40 personas que trabajó durante más de 9 meses para hacer posible este Encuentro, un equipo ejemplar, entusiasta, responsable, y lo mejor, muy joven, así que han quedado entrenados para muchos eventos más en la ciudad.

 

Diferencia y oposición
"El encuentro me pareció desmesuradamente abarcador, con gran cantidad de artistas sin ningún interés y que por momentos parecía un salón de arte joven. Los curadores están con un protagonismo inaceptable, promoviendo un arte demasiado militante, en un neo-romanticismo con relación al arte público, empeñados en demostrarle a todo el mundo que nadie sabe de arte y con muchos artistas trabajando con una supuesta comunidad que es la primera en no entender lo que está pasando.
El espectáculo de los artistas prestando su voz a los marginados, a lo que orgullosamente llaman “la comunidad” es deplorable. No creo que pueda hacerse un evento reactivo, es decir, contra el arte institucional y contara los circuitos de producción. Si a un artista no le interesa estos asuntos, debe marchar en otra dirección: “diferencia sin oposición” como diría Lyotard. No entiendo porqué hablan de arte político, pues algunas obras parecían productos de asistencia sociales. Algunos artistas hacían actos políticos, pero no desde el arte. El arte antes de ser político es arte. Ninguna obra es importante por estar dentro de un museo, el arte, por ser arte público, no tiene garantizado nada, puede ser insoportable”.

 

Luis Fernando Valencia, curador y profesor

 

Lo inesperado, lo caótico
“Encontré propuestas que me hicieron reflexionar y pensar en asuntos inesperados. Como lo del japonés Tatzu Nishi, en la iglesia del Sagrado Corazón, en Barrio Triste, y la obra de Libia Posada, en el Museo de Antioquia, con las fotografías de mujeres golpeadas”.
Laura Tobón, estudiante

 

“Me pareció bastante confuso y demasiado largo. Creo que querer llenar con tanta actividad la ciudad crea un caos enorme y uno termina por no entender. Debe haber depuración, decantación, rigor en la selección. No se trata de cantidad sino de calidad”.
Mauricio Torres, estudiante

 

Garantizar la continuidad
“Medellín 2007: Prácticas Artísticas Contemporáneas fue un evento ambicioso e interdisciplinario. Es importante para la ciudad en la medida en que se garantice la continuidad. Logró conectar diferentes personas, de distintas áreas, lo que es muy significativo. Creo que el evento rompió esquemas en la visión tradicional que se tenía del arte.
Yo no cuestionaría la dimensión en el tiempo, pero si creo que falto conexión por parte de los organizadores, con las instituciones educativas. No basta con convocar a través de Internet y de carteles.
Siento que faltó rigor en algunas intervenciones teóricas, y que hubo más resistencia al evento de parte de los mismos artistas que de otros gremios de la sociedad; la convocatoria era clara en torno a un evento específico donde no todos caben. En este tipo de eventos, entran unos y otros no. Aunque creo que hubo desconocimiento del entorno regional de los curadores frente al colectivo. Y por eso la selección de los artistas de Medellín quedó coja. ¿Qué nos deja? La repercusión no se siente aún, pero la vamos a sentir mucho más si en dos años se hace otro evento…
Es importante que sucedan cosas en la ciudad”.

 

Armando Londoño, Profesor de Artes Plásticas y artista.

 

Disciplinas que se encuentran
Una conversación con Clara Mónica Zapata, decana de la Facultad de Arte de la Universidad de Antioquia.

 

“El que la ciudad tenga un encuentro como este es una maravillosa oportunidad, pues nos permite tener lecturas externas e internas de lo que está pasando en el arte. Se convocó distintos públicos, y posibilitó cruces de lenguajes, -a veces incomprensibles-.
Para la Universidad, Medellín 2007 se convirtió en un aula extendida, nos integramos a las actividades cotidianas y se generó una sinergia importante al aprovechar recursos y saberes, dentro de lo que se podría llamar educación flexible”.

 

¿Qué le queda a la ciudad?
“Hay obras interesantes en las que quedan procesos que siguen desarrollándose. Por ejemplo, la propuesta de María Teresa Cano, que creó una galería virtual. Además, el Encuentro visibilizó experiencias urbanas donde se unen arte, academia y gestión. Sentí mucho interés por parte de los jóvenes. Nuestra responsabilidad es hacer los puentes, las conexiones”.

 

¿Recomienda nuevas versiones?
“Se puede volver a hacer con una mirada interdisciplinaria, aunque creo que mucha gente no alcanzó a entender este concepto. Un encuentro así logra quebrar tradiciones y llama a comprender procesos de asociatividad… Creo que es fundamental tener claridad meridiana de quiénes son los públicos cercanos y quiénes son los otros. Me queda una expectativa, ¿Cómo continuar con lo que nos deja, qué recoge cada cual, los individuos, las instituciones…? Es necesario hacer una sistematización de datos y crear un centro de documentación con las memorias. Allí hay un potencial de trabajo, una fuente de conocimiento muy valiosa. El Encuentro trasciende en la medida en que se haga de nuevo, que no se interrumpa el proceso iniciado. En Medellín pasan este tipo de cosas cada diez años y así no se genera nada”.

 

 Suplemento Generación, Periódico El Colombiano, Medellín, 1 de julio de 2007, páginas 8 a 10

 

 

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