Propuestas sin límites

  • Ellos hacen parte del grupo de artistas invitados a Medellín 2002

Por Beatriz Mesa Mejía – Periodista Colombiana

 

Contexto
Hablamos con cuatro artistas invitados a participar en el Encuentro Internacional Medellín 2007: prácticas artísticas contemporáneas.

 

Michael Beutler, de Alemania; Héctor Zamora, de México; Marco Antonio Bainella, de Argentina y Antonio Caro, de Colombia dan cuenta de distintas maneras de expresarse a partir del arte. Ellos hacen parte de este evento que, sin duda, es a gran escala, por las prácticas, los eventos académicos, las proyecciones cinematográficas, los conciertos.

 

En otras palabras, los encuentros que se producirán. ¿Cómo definir su arte? Podría pensarse que en sus prácticas prima el concepto. Obras de una gran racionalidad, algunas de ellas con grandes presupuestos y con una logística compleja, como por ejemplo, la de Héctor Zamora, un artista al que le gustan los grandes riesgos.

 

Las poéticas de los cuatro creadores van desde la relación directa con los espectadores, en el caso de Michael Beutler que monta talleres como de carpintero cada que comienza un nuevo proyecto, o propuestas más silenciosas, calladas, como Marcos Bainella, quien con su cámara fotográfica, un lápiz y un papel, mira la otra cara de la realidad, lo no evidente, lo que se hace transparente muchas veces sólo antes sus ojos. Y esto contrasta con la obra de Antonio Caro, sus propuestas son polémicas, políticas. El arte tiene un carácter social muy fuerte.

 

Bueno, ellos hacen parte de un encuentro que ofrece la posibilidad de estar en contacto con lenguajes disímiles.

 

Antonio Caro, artista colombiano
Su propuesta siempre urbana tiene un poco de ácido para mover las conciencias, para tocar aquello que está dormido. Como iniciador del conceptualismo en Colombia y en América Latina, su obra ha marcado un camino que, sin embargo, no siempre se ha entendido, de ahí que sus propuestas sean polémicas.

 

Comenzó a hacerse conocer en los años setenta. Continúa trabajando con fuerza, aunque no es amigo de decir en qué anda… El arte lo salva de él mismo, del entorno y hasta del manicomio. Le posibilita un "acomode social". Es una especie de liana que le permite moverse y estar en la tierra, dejando volar su ingenio. Su obra es una reflexión sobre lo efímero, sobre el espacio cerrado y abierto, sobre la libertad y la autonomía. Una obra de carácter político, reflexión de un país desde el arte. Sus prácticas pegaron duro en una sociedad tradicional, esquemática, que ponía en jaque con piezas salidas de cualquier convención.

Así, se recuerda su "Coca Cola", invirtiéndola por "Colombia", en un cartel inteligente, sutil, donde la palabra se hizo gesto. Se recuerdan, también, sus matas de maíz como símbolo de un país que él no siempre entiende.

 

En el Encuentro Medellín 07 presentará una retrospectiva en la Casa del Encuentro (sede alterna del Museo de Antioquia). Siente que este evento es "un gran rompecabezas donde uno escasamente sabe qué pieza es".

 

Dice que el arte es una respuesta plástica a problemas sociales. Y advierte que "uno produce para que las cosas sean vistas". Algo así como "se viste para ser visto". Un artista que siempre va hacia lo social, mientras su comportamiento trata de ser racional, no emotivo. Y por eso transmite ideas mas que sensaciones.

 

Michael Beutler, artista alemán
Lo suyo es el espacio abierto en un concepto amplio, pues a Medellín trae una propuesta para hacer en el patio interior de la Casa del Encuentro. Cuando Generación habló con él, estaba terminando de elaborar su proyecto, así que no adelantó gran cosa. Lo que sí dijo es que hará una maquina para hacer la estructura, la cual tendrá diversos materiales, alambre, papel, plásticos, tejido…

 

Será como un gran taller, un espacio de trabajo. Quienes vayan a la casa por estos días, seguro lo verán atareado inventando… "A través del material todo se vuelve más significativo". Y a través de lo efímero se comunica con su entorno. Esa sorpresa permanente, ese cambio es un reto para él como artista que busca integrar sus estructuras y objetos a la realidad de cada ciudad que visita.

 

Le interesan los conceptos de tiempo y movimiento, de lo que va y lo que viene. De lo urbano y lo público en contraposición con lo interior y lo privado. Se inspira en lo industrial, en la fábrica, en el sistema orgánico de sociedades sin espacios para el juego y la lúdica. Le interesa el tema de los nuevos significados a partir de materiales que han tenido usos muy diversos. Su obra se ha visto en diferentes escenarios del mundo como Italia o Alemania. Allí ha ocupado grandes espacios, como fue por ejemplo Pecafil, una suerte de estructura que llamaba la atención de los transeúntes.

 

Dentro de sus preferencias, a la hora de hacer una obra, el concepto de escalera tiene especial importancia por ser, dice, el objeto más bonito hecho por el ser humano, más allá, incluso, de facilitar el movimiento, el trasladarse de un lugar a otro.

El arte para él es hacer visible lo posible. Es diálogo, es una invitación, es provocación. Es la posibilidad de encontrarse con el otro, bien como espectador o como colaborador en sus montajes.

 

Marco Antonio Bainella, artista argentino
Comenzó a trabajar desde hace diez años una propuesta que tiene de arte y sociología; de poesía y lúdica. Son intervenciones juguetonas que atienden asuntos universales: el conflicto entre parroquianos, el cuidado del medio ambiente… Cada montaje tiene una historia detrás y él la convierte en crónica.

 

El arte para Marco es un espacio de reinvención. Y allí cabe la investigación, el enfrentamiento y el conflicto; el hacer y el deshacer. Así, no es raro verlo pendiente de un conflicto vecinal, entre dos que se quieren matar por un problema de tierras. Es un conflicto que lleva treinta años y que Marco ha seguido con paciencia de pescador. Una pelea cotidiana, absurda, que él dimensiona y la pone en el campo del arte.

 

En Medellín está haciendo el seguimiento del Encuentro de Arte con crónicas y fotografías… "Poso la mirada en puntos que tal vez pasan desapercibidos". Y observa a los artistas que llegan como él indagando, preguntado en una ciudad desconocida. Su mirada está en las pequeñas situaciones que hacen el día tras día.

 

Por eso, en su país, en la provincia de Salta, donde vivió un tiempo alejado del ruido, hizo un trabajo bellísimo con las ramas de los pocos árboles que crecían en un paisaje desértico: pintó los palos que caían de ellos, poniéndoles una nueva corteza, los exhibió en Buenos Aires en bolsas, como si fueran paquetes de comida rápida. Una reinvención del paisaje, una manera de resignificar y renombrar.

En Medellín su habitación no es un hotel. Es Taller 7, un espacio "anfitrión" manejado por un grupo de jóvenes artistas que abrieron sus puertas para compartir saberes, dudas, sueños. Marco hace parte del grupo Basilisco, de Argentina, que también es anfitrión en su país.

 

El arte no tiene una definición precisa para él. Piensa en las palabras práctica y experimentación. Práctica sobre realidades diversas, donde lo social y lo poético se unen en una manera particular de ver y sentir la vida. Hay decantación en su trabajo. Le apuesta a una manera de hacer arte donde el todo y la parte se hacen uno.

 

Héctor Zamora, artista mexicano
Sus obras suelen crear movimiento. Se trata de intervenciones in situ, a gran escala, que causan impacto social, porque intervienen sobre códigos establecidos, sobre lo que tiene control, bien sea en espacios interiores o exteriores. Esos códigos, como principios básicos de la coexistencia, marcan la civilidad y son siempre protegidos. Él quiere llegar hasta allí y lo ha hecho con acento polémico: quiere poner a hablar.

 

Por ejemplo, en México, en el Museo Carrillo Gil, hizo una obra "parásito": adosó una estructura de 70 metros cuadrados, hecha con láminas acanaladas, que se convirtió en su casa durante algunas semanas. Quería llamar la atención sobre la autoconstrucción en esta gran ciudad donde millones de personas levantan sus casas de manera empírica.

 

La obra expuesta en la calle, generó opinión, "levantó ampolla" y puso a pensar en las comunidades más pobres. El mensaje era claro: "los sistemas constructivos más eficientes no los hacen los arquitectos".

 

También se le vio en Corea elevando globos y poniendo mallas. Y en Sao Paulo, Brasil, en una de sus playas, donde hizo una intervención con neumáticos provocando el juego. Esa fue una de sus propuestas para la Bienal.

 

La otra, que era sembrar un lago con lirio acuático, una planta que es purificadora y plaga al mismo tiempo, no fue posible por los trámites burocráticos que frenaron el montaje. Sus prácticas son hechas para un espacio y un tiempo histórico específico.

 

A Medellín trae una propuesta de la que no quiso hablar, pues la sorpresa hace parte de su trabajo. Será en el Museo de Antioquia, con una intervención a mediana escala. En su obra la reflexión tiene que ver con el cómo vivir juntos en un mundo con poca flexibilidad. Encierra una pregunta abierta. El arte, dice, logra diálogos multisensoriales.

 

Su trabajo se hace a partir de redes que articulan espacios, lenguajes, pensamientos y por eso, parte del proyecto es el comentario del transeúnte, lo que dice la crítica especializada y las trabas que le ponen gobiernos y entidades temerosas.

 

Periódico El Colombiano, suplemento Generación, Medellín, 8 de abril de 2007, página 9

 

 

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