La diferencia de Lucía

 

A propósito de MDE07

 

“Tanto la misión del Museo como la tarea que se propone el Encuentro son en esencia políticas. No puede ser de otra manera. (…) impone la necesidad de asumir una responsabilidad con el discurso y la manera de poner en escena los actos de una institución”.

 

Por Belén Sanz de Ibarra

Lucía González vino a asumir como discurso políticamente connotado las prácticas de significación de la institucionalidad artística y en especial de los museos. Viene demostrando que no se trata solo de retórica renovada (como es la costumbre).

 

El Encuentro Medellín 2007 nos trae un viento fresco, que auguramos pronto se convertirá en una estruendosa lluvia que promete ayudar a mojar la seca arena que andamos pisando en materia de institucionalidad artística en Colombia. Les tocó en Medellín hacer la diferencia liderados por la nueva directora del Museo de Antioquia, Lucía González, y con el apoyo de la Alcaldía, nos dieron la sorpresa y una lección…

 

La presente entrevista fue realizada para ARTERIA vía e-mail.

 

Belén Sáez: Como escribirías tu perfil si te preguntan quién eres.
Lucía González: Lucía González Duque. De formación arquitecta, pero jamás ejerció. Amante de la justicia y la democracia, también de la diferencia y por lo tanto de la confrontación. Convencida de la importancia de avanzar en una tarea potenciadora de las personas, los recursos y las oportunidades que como nación y sociedad nos correspondieron, desde el ámbito de la cultura, expresada en el arte o en lo social, dos campos que ha trabajado desde lo público y lo privado en múltiples instituciones y proyectos. Convencida a fondo de la importancia de permanecer actualizados y vigentes, como sujetos y como cultura, como una manera de crecer en consonancia con el mundo y con el tiempo, sin nostalgias de tiempos pasados, sino por el contrario, con una confianza infinita en lo que es y lo que será posible más adelante. Amiga del trabajo en equipo.

 

BS: Llegas al museo de Antioquia en una coyuntura particular de las artes contemporáneas en la ciudad. ¿Cómo ves la situación de las artes en Medellín desde el punto de vista institucional?
LG: Justamente la preocupación por un estancamiento institucional es lo que me lleva a liderar, con muchos otros, la tarea de abrir espacio a una nueva generación de creadores, de hacerlos visibles ante el mundo y de hacer parte de los circuitos internacionales, como una manera no sólo de relacionarnos, sino ante todo de confrontarnos, de vernos en el otro. La ciudad está llena de nuevos artistas, con propuestas novedosas y de gran nivel, pero las políticas públicas y las políticas privadas del arte no han sido generosas con lo nuevo, y los espacios de proyección son increíblemente reducidos. Las Bienales inauguraron una presencia de Medellín en lo moderno e impulsaron ideas y proyectos, como las facultades de artes, que requieren de un espacio de aliento.

 

BS: Estás tomando un riesgo al proponer un giro en la concepción de los eventos artísticos, no solo en Medellín, sino en el país. ¿A que se debe esta apuesta?
LG: En este Encuentro hay un giro hacia algo mucho más profundo de lo que habitualmente son los grandes eventos en el país. La estructura diseñada por los curadores y apoyada plenamente por el equipo promotor, trasciende el acto expositivo para dejar una huella en la ciudad que siga dando frutos por mucho tiempo, al proponerse una extensión en el tiempo, que permita procesos y encuentros múltiples y transformadores. Ya estamos viendo cómo se cruzan las experiencias, las miradas, los conceptos. Se propone una agenda académica múltiple, no sólo para especialistas, y una ruta pedagógica que interpele y forme. El Encuentro se funda en la presencia activa de artistas, curadores y académicos, que permita el encuentro entre artistas, entre artistas y estudiantes, entre éstos y público en general, para que la ciudad sea vista, sea conversada y mirada a través de los ojos del otro, y sea entonces repensada. Y hablamos de la ciudad como un escenario que representa a cualquier ciudad latinoamericana en construcción, con sus potencialidades y falencias, con sus espacios anfitriones y hospitalarios y sus rasgos de hostilidad. En ese sentido, es un evento que no cumple una tarea educadora para un pueblo determinado, sino que propone el propio como escenario de reflexión para muchos ámbitos.

 

BS: Esta apuesta es más representativa teniendo en cuenta que es el Museo de Antioquia quien toma la iniciativa de abrir este espacio y no digamos instituciones naturalmente llamadas por su misión específica institucional en el contexto de la práctica artística contemporánea. ¿Qué te motiva a liderar estos procesos y cómo esperas que tal reto trascienda en el Museo de Antioquia en relación con la institucionalidad artística en el país y en la ciudad?
LG:
La preocupación por la casi inexistente agenda de la ciudad en el reconocimiento de lo contemporáneo, hasta el punto de desconocer por completo a los grandes artistas contemporáneos nacionales, y no estar incluidos en ninguna agenda internacional, nos lleva a emprender ésta como una tarea urgente que nos permite estar vigentes en el mundo, también desde un orgullo por lo propio, y establecer ese diálogo que reclaman las nuevas generaciones.
El Museo de Antioquia es una entidad cuya misión refiere a la historia de las artes en Antioquia y en Colombia, pero no excluye el presente. Por el contrario, creemos que la historia tiene vigencia es en el diálogo del pasado con el presente, y lo presente nos obliga a romper con concepciones retardatarias de la institucionalidad y de los museos. Hemos reformulado la misión en términos de diálogos polifónicos, reconocimiento y valoración de las culturas, y se ha profundizado en el sentido político y social además del estético.

 

BS: El proyecto cuenta con un equipo de profesionales que bajo tu liderazgo proponen nuevos formatos para relacionarse con el arte. ¿Percibes un cambio trascendental en los modos de hacer del arte hoy?
LG:
La manera de liderar la propone el arte mismo, que se sale de los espacios físicos, técnicos y conceptuales tradicionales para reconocer formas, lenguajes y medios insospechados y establecer una relación profunda con el contexto. Como decía antes, la estética es un medio y un fin pero no es el medio y el fin. El arte contemporáneo indaga ante todo por la manera de habitar en comunidad, de vivir en la ciudad, de reconocernos en medio de la diferencia. Se requiere de una gran disposición para ver y valorar. Se requiere de un liderazgo abierto y complejo.

BS: Has demostrado con esta apuesta que concibes tu tarea como directora de un museo con tanta presencia social desde una nueva postura. ¿Podrías ampliarnos un poco en qué consistiría esta postura? Hablas de un compromiso político, de una toma de posición de la institución Museo de Antioquia. ¿Cómo es esto? Es realmente una novedad en nuestro medio que se asuma de manera tan clara y transparente el hecho de que “el museo” es un dispositivo muy potente de significación social.
LG:
Tanto la misión del Museo como la tarea que se propone el Encuentro son en esencia políticas. No pude ser de otra manera. Pretendemos incidir en la percepción que tenemos de nuestra historia, en las ideas que constituyen nuestro soporte presente, en la valoración de lo propio y la capacidad de entender lo distinto, esta es en esencia una tarea política que tiene implicaciones sociales porque obliga o pensar en el acceso democrático al arte y a la cultura, obliga a la valoración de todos los públicos, al respeto por otras culturas e impone la necesidad de asumir una responsabilidad con el discurso y la manera de poner en escena los actos de una institución.

 

BS: ¿Tuviste dificultades en el proceso de financiación de un proyecto tan complejo y conceptualmente tan ambicioso?. ¿Cómo ha sido este proceso?, ¿Quiénes te han apoyado?
LG:
No ha sido fácil, en el sentido de hacernos entender la importancia histórica de un proyecto de esta envergadura. El país está acostumbrado, en el campo del arte, a apuestas de muy corto tiempo. Además, hablar de lo contemporáneo, precisamente por lo extraño que es aún en nuestro medio, ha sido difícil. Hemos contado sí con una gran fortaleza, la capacidad inmensa que hemos desarrollado en Medellín de hacer un trabajo en equipo, donde cada cual aporta lo que puede o le corresponde o su misión y son casi insignificantes los espacios de oposición o estos esfuerzos colectivos. Además, contamos hoy con una ciudad que va con entusiasmo “del miedo a la esperanza”, en un ambiente de gran confianza y colaboración entre sectores público, privado, social y cultural, con el liderazgo de una Alcaldía que cree en el papel de la educación y la cultura y ha hecho una importante apuesta para hacer posible el Encuentro MDE07.

 

BS: ¿Crees que es posible continuar con el proceso de este proyecto? ¿Está concebido para permanecer como proceso? ¿Cuál es la estrategia en ese sentido?
LG: Creo que es necesario mantener el hábito de estar conectado a lo nuevo y al mundo. La estrategia para que esto suceda es dejar muy bien sembradas todas las semillas que nos proponemos y hacer con excelencia todo lo que nos propusimos.

 

Revista Arteria, Bogotá, año 2 # 9, marzo – mayo de 2007, páginas 8 y 9

 

 

 

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