Arte en la piel: tatuajes botánicos

 

Por Carlos Julio Álvarez
Tatuajes Botánicos, esa es la propuesta de Alberto Baraya para el Encuentro Medellín 2007, un plan para dar a conocer las acuarelas botánicas del artista viajero Ruperto Ferreira, por medio de nuevos soportes para el arte, que permita llevarlo a la intimidad y así mismo a las calles de Medellín.

 

Tatuarse en una decisión muy personal. Los tatuadotes recomiendan que el momento de elegir el tema a tatuar debe ser personal e individual, en el que se debe elegir un diseño especial, original y exclusivo, para que no pase nuevamente lo de hace unos años, que por cuestiones de la moda, cientos de piolines y tasmanias resultaron dibujados definitivamente en la piel del mismo número de personas.

 

En la antigua Polinesia se realizaban tatuajes artísticos en diseños geométricos renovados y embellecidos durante toda la vida de las personas hasta que cubrían su cuerpo entero. Hoy, por cuestiones de pasión, arte o simplemente moda, las personas se realizan generalmente diseños como los célticos, trivales, caligrafías o nativos, entre otros.

 

No obstante, diferentes opciones surgen cada día para enriquecer el arte de tatuarse, como ocurre actualmente con un plan para el Encuentro Internacional Medellín 2007, el Tatuaje Botánico, un proyecto para la circulación de acuarelas botánicas de Ruperto Ferreira con los tatuadotes de Medellín.

 

Pero, ¿qué es un tatuaje botánico?

El Tatuaje Botánico surge por iniciativa del artista Alberto Baraya, quien busca que la colección de acuarelas del viajero Ruperto Ferreira salga de los depósitos del Museo de Antioquia a la calle, pero inscritos en la piel, en forma de tatuajes.

 

“Para esto hemos realizado unos catálogos para dermo-grafistas a partir de las acuarelas de los álbumes de Ferreira y los hemos distribuido entre artistas del tatuaje en varios puntos de la ciudad de Medellín. Las imágenes a partir de las cuales la gente puede realizar un motivo para el tatuaje son flores de distintos tipos, entre ellas el Quereme o La Colombianita, una rana y una lagartija, dibujos que realizara este viajero en sus trayectos por la geografía colombiana”. Explica Baraya.

 

Y es que los viajes de Ferreira empezaron desde el día de su nacimiento, cuando en un viaje de Londres a Santa Marta su madre lo dio a luz en medio del Atlántico. Aprendió a dibujar con Ramón Torres Méndez, habilidad que combinó con su gusto por la botánica, llevándolo a plasmar en dibujos paisajes, imágenes pastorales, animales y plantas que veía en sus expediciones por Colombia.

 

Diego Arango, Director del Museo de la Universidad de Antioquia, explica que esta propuesta es muy contemporánea, pues busca nuevos soportes para el arte, en este caso el cuerpo humano, “la obra de arte no es un cuadro, se convierte en un elemento móvil que carga el sujeto en la piel, como la marca de un identidad que guarda, que entra en el territorio de lo íntimo, que al desnudarlo sale a lo público”.

 

Para Arango, este proyecto es interesante en la medida que toma la investigación de la ciencia para llevarlo al arte, “no es haciendo un transfer, sino que los resultados de una investigación científica encuentran una realización estética y se acomoda a la cultura de una persona que usa una parte de su cuerpo para ello”.

 

Es así como las personas que quieran tatuarse una flor, una planta o un anfibio, pueden acercarse a centros de tatuajes como Tattos Art, Acero y Plata, Sándalo u Opio, en los que ya se repartieron los catálogos. Pero, ¿que tan dispuesta puede estar la gente a tener una obra de Ferreira incrustada por siempre en la piel?

 

• No me gustan los tatuajes, sea lo que sea, así sea una obra de arte, por que no me gusta hacerme nada en la piel. Patricia Rojas.
• No me haría un tatuaje de esos. Me parece que es algo personal, que significa algo para mí y no sólo por que me pareció bonito. Ximena Arias.
• No me gustan los tatuajes sin importar dónde. Muy linda la obra, pero no me lo haría, de pronto en el talón. Muy lindo apoyar el arte pero no de esa manera. Gloria Ruiz.
• Si me lo haría. Experimentar con el cuerpo es muy propositivo, por que el cuerpo por si es un lenguaje que involucra gestos, emociones, sensaciones y un nivel de complejidad que va desde lo relacional hasta lo biológico; entonces que una propuesta artística proponga un diálogo entre el cuerpo y el espacio en el que habita es interesante. Jhon Álvarez.

 

Revista electrónica De la Urbe Digital, Medellín, Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia, Boletín 156, 8 de mayo de 2007

 

 

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